martes, 20 de enero de 2015

NIDO DE CÓNDORES: Nuestra Cumbre en el Aconcagua (5.550 msnm)

Arrancó el 2015 y con él una serie de desafíos deportivos importantes para mi vida. Entre ellos el Aconcagua: el techo de América.


Esta expedición estuvo integrada por: Luis (guía), Francisco, Martín, Ana Laura y yo; quienes durante 6 meses entrenamos en forma dura y constante.
Pasamos por la ciudad de Mendoza para llenar los papeles necesarios para el ingreso al Parque Provincial Aconcagua; y además para alquilar las botas dobles, que tanto Ana  como yo no contábamos con ella, y que son imprescindibles  a medida que se gana altura para no sufrir congelamiento en los dedos de los pies.
Terminado todos los trámites, nos dirigimos directamente hasta Penitentes donde dejamos todo el equipaje mayor que fue trasladado por mulas hasta el segundo campamento (Plaza de Mulas)
Nos llevaron en camioneta hasta el puesto de Guardaparque de Horcones (2.950 msnm) donde realizamos el chek-in al Parque.

"Equipo Cumbre"


Fotos de inicio de nuestra expedición e inmediatamente comenzamos a caminar por la quebrada de Horcones hasta llegar a la laguna homónima. Continuamos nuestro andar y llegamos al cruce del Río Horcones a través de un puente colgante, arribando a una zona bastante verde y cuya senda prosigue sobre la derecha del río en una pendiente suave, alcanzando el primer campamento Confluencia a 3.390 msnm.

Cruzando Río Horcoes

En Confluencia

En este campamento nos dieron la bienvenida los guardaparques, y los médicos hicieron los controles de rutina (toma de presión, nivel de oxígeno en sangre, pulsaciones, oscultación de pulmones, etc.)
Nuestro grupo se dirigió hasta el domo dormis donde pasaríamos la noche. Luego de entablar conversación con otros expedicionarios y lugareños, cenamos y nos fuimos a dormir sin antes contemplar el cielo azul y estrellado que Dios nos regalaba.



A la mañana siguiente nos esperaba un gran día, no solo por las condiciones climáticas excelentes sino además porque haríamos el tramo de Confluencia a Plaza de Mulas (4.300 msnm), el cual es bastante largo y con más de 900 m de desnivel; es decir, una pendiente más que importante.
Desde el campamento de Confluencia se sigue la senda hasta cruzar un puente sobre el Río Horcones. En esta zona hay carteles indicadores sobre la ruta a seguir. "Plaza de Mulas" o "Plaza Francia". Nosotros seguimos el primero y una vez que cruzamos el puente, la senda continúa a la izquierda del río que asciende hasta unas morenas y luego desemboca en "Playa Ancha"; que además de ancha es larga ya que es una planicie de material aluvional de 10 a 12 km de largo.

"Playa Ancha"


Casi al final de este tramo se vuelve a cruzar el río y ya se puede ver la cara oeste del Aconcagua; además encontramos a nuestra izquierda una construcción en ruinas denominada "Refugio Colombia" que fuera destruida por una avalancha.
A esta altura nuestras mochilas hacían sentir su peso y nuestro andar cada vez más lento. Martín se preocupó por el latir de su corazón, pero aún así nunca dejó de caminar.
Nos cruzamos con un arriero quien nos sugirió que siguiéramos por el lecho del río para evitar subidas y bajadas. Cometimos el error de hacerle caso, pues debimos cruzar varias veces el río y en uno de esos cruce, Ana, Francisco, Luis y yo terminamos en el agua. En su caída, Francisco perdió un bastón y el resto quedamos empapados. Yo tuve que dejar mi campera de Duvet fuera de la mochila para que el aire y el sol la pudieran secar.
Seguimos por el lecho hasta que los acarreos aluvionales encajonaron el río y nos encontramos como en un callejón sin salida. Miramos a nuestro alrededor y y pudimos subir por una pequeña y empinada quebrada y dimos nuevamente con la senda.
Este desvío de ruta nos demoró más de una hora y aún quedaba lo pero....pues sí, al poco andar nos encontramos con la "Cuesta Brava", que  como su nombre lo indica, es una pendiente no de gran recorrido, pero si muy empinada.

Subiendo la "Cuesta Brava"


Llegando a "Plaza de Mulas"

Paso a paso, respirando cada tanto, afrontamos este tramo y cuando creíamos haber terminado, la senda continuaba entre morenas y subidas hasta alcanzar finalmente el segundo campamento Plaza de Mulas.
Este tramo normalmente se realiza entre 8 a 10 horas; nosotros tardamos 12 horas, siendo la última expedición en llegar ya casi sin sol.
Nos dirigimos directamente al dormis totalmente exhaustos. Y tan cansados estábamos que decidimos quedarnos un día más no sólo para descansar sino además para aclimatar.
Nuestra tercer jornada fue tranquila. Hacer el chek-in, control médico, pequeñas caminatas. Veíamos a los diferentes expediciones subir al siguiente campamento; algunos irían a "Plaza Canadá" y otros directamente a "Nido de Cóndores". A lo lejos se veían pequeños gusanitos, unos que ascendían y otros que descendían.

Esperando ser atendidos por el mèdico


En éste campamento la mayoría de los montañistas eran extranjeros: polacos, brasileros, rusos, chilenos....muy pocos argentinos; en fin, centenares de apasionados reunidos bajo el mismo cielo, en una ciudad en carpa en el medio de la Cordillera de los Andes.

Compartiendo el "dormis" con extranjeros

Ciudad en carpas

El cuarto día emprendimos hacia nuestro destino "Nido de Cóndores" (5.550 msnm). Después de varios zigzag encaramos una pendiente bastante empinada. Contábamos 15-10 pasos y parábamos para respirar. La altura exigía al corazón, el cual se sentía latir muy rápido. El ascenso se hace por una senda muy marcada, pero muy exigente también.
Las diferentes expediciones nos pasaban a paso firme. Esto nos desmoralizaba, pero ellos no llevaban los más de 15 kg que soportábamos cada uno de nosotros en nuestras espaldas. A eso, Ana y yo, le sumamos los 2 kg que pesaban cada una de las botas dobles, las cuales estábamos estrenando y que comenzaron a hacer estragos en nuestras piernas.
Ana se tiró al piso y en un gesto claro de "no puedo más", dejó caer algunas lágrimas pues era la primera vez que sus piernas y corazón sentían tanto esfuerzo.
El ascenso continuaba en zigzag hasta alcanzar un roquerío que forma el portezuelo de Plaza Canadá (5.051 msnm)
Fue Luis quién llegó primero a este campamento, y nos hizo señas que siguiéramos. Francisco se quedó con Ana, mientras que Martín y yo continuamos hasta Plaza Canadá. La decisión de hacer noche allí estaba tomada.
Minutos más tarde apareció Luis, quién le llevó la mochila a Ana, y ella pudo continuar muy suavemente hasta quedar rendida al lado de varias rocas.
Armamos campamento y una noche larga y estrellada nos esperaba por delante.

Salida para Nido

Dejando Plaza de Mulas

Duro ascenso


Armando campamento en "Plaza Canadá"

Cerro Cuerno

Noche en Plaza Canadá

Al día siguiente no nos pudo tocar mejor día: cielo sin nubes, sol a pleno, casi nada de viento. Y Ana que ya estaba completamente recuperada.
Desayunamos, levantamos campamento y abandonamos Plaza Canadá siguiendo una larga diagonal ascendente, luego se suceden los zigzag hasta alcanzar el "Cambio de Pendiente" y de ahí una travesía en permanente subida hasta Nido de Cóndores (5.550 msnm)


Luis nuevamente se adelantó para armar campamento, mientras que el resto de la expedición lo hacía a paso lento y con respiraciones profundas.
Yo no veía la hora de llegar pues las botas me estaban lastimando las canillas. A Ana le sucedía lo mismo. También el peso de la mochila más el peso de las botas dificultaban nuestro andar.
Con mucho sacrificio llegamos a Nido de Cóndores y en retribución a nuestro esfuerzo nos encontramos con un mirador natural donde disfrutamos uno de los atardeceres más bellos que hayamos vivido.

Campamento "Nido de Cóndores"

Atardecer en Nido

Desde acá se puede ver los valles centrales: Los Patos y Barreal; el cordón de La Ramada con nuestro Cerro Mercedario de 6.770 msnsm. El cerro Cuerno, el cordón limítrofe, el gran acarreo y las cumbres N y S del Aconcagua; y un increíble espectáculo de toda esta gran inmensidad.
Llegamos a ayudar a Luis a terminar de armar nuestro campamento y en uno de esos esfuerzos, Francisco se descompuso. Tardó un par de horas en recuperarse, pero aún así quería seguir.
Ana tenía mucho dolor de cabeza y náuseas, más tumbos en las piernas producto de las botas y otros en la clavícula por la mochila. Yo también presenté laceraciones en canillas y clavícula y la decisión de continuar nuestra expedición hasta la cima comenzó a desmoronarse.

Cordón de La Ramada y Cº Mercedario

Atrás Cumbre del Aconcagua

Otra vista de Nido de Cóndores

Ya de noche y en la intimidad de la carpa, Francisco, Ana y yo deliberamos sobre nuestra situación y por sobre todo los tiempos de marcha que estábamos empleando. De continuar demoraríamos alrededor de 20 horas en llegar a la cumbre, lo que implicaba hacerlo de noche con todos los riesgos que ello conlleva, más el frío y viento reinante en altura.
Con lágrimas en los ojos y en una decisión acertada, optamos por no continuar con nuestra expedición. Nuestra cumbre estaba ahí, donde estábamos parado, en Nido de Cóndores, a 5.550 msnm. donde no cualquiera llega, y menos después de tanto sacrificio.
Mi alma se llenó de emoción, pues nunca antes había estado tan alto, tan cerca de Dios.
Pero aún quedaban dos situaciones: el regreso con un esfuerzo un poco menor, y la comunicación al resto de nuestros compañeros. Decidimos comunicarles nuestra decisión a la mañana siguiente, cuyo despertar fue gracias a los helicópteros que sobrevuelan el Aconcagua desde horas muy temprano.


Reunidos los 5 en nuestra carpa, les dijimos nuestra determinación, el cual fue compartido por Martín y Luis. Luego de eso.....llanto total!!!!....cada uno de nosotros leyó unas cartas que nos enviaron nuestros familiares y que llenaron de emoción nuestros corazones. Abrazos, lágrimas, gargantas enmudecidas fue lo que nos invadió durante varios minutos.

Cumbre en Nido de Cóndores!

El regreso lo hicimos en 2 días, el primero acortamos camino por los acarreos hasta Plaza de Mulas, mientras que el segundo día caminamos 40 km hasta Horcones dando por finalizada nuestra Expedición al Aconcagua.

Regreso a Horcones

Al llegar nuevamente a Penitente a buscar nuestras pertenencias, nos encontramos con una pizarra en el cual estaba escrito...



Y más que acertado estuvo, pues llegamos a nuestras casas, a nuestros hogares, junto a nuestras familias y seres queridos sin lamentaciones, enteros, sanos, unidos en un grupo de gente  que se soportó en las buenas y en las malas; y con la dicha de haber llegado hasta lo más alto que pudimos del emblemático Aconcagua "la cima de América".



Ruta normal de ascenso