domingo, 28 de octubre de 2012

Vuelta a Ullúm por Calle Las Moras





Este fin de semana pasado estuvo algo complicado para mi práctica habitual de actividad física, ya que mis hijos tuvieron campeonatos en sus respectivos deportes: Flor como todos los domingos, partido de Hockey sobre patines contra Unión y Bruno la Copa UVT en Voleibol (viernes, sábado y domingo). Sumado a eso  se alojó en mi casa un chico de Santa Fé que vino a participar de este torneo. 
Recién el sábado al medio día tuve un par de horitas para salir a pedalear y elegí dar la vuelta a Ullúm por la calle de Las Moras.
El recorrido lo hice en función del viento, ya que según el servio metereológico era SSE a 25 km/h. Tuve un  buen ritmo de marcha, ya que la velocidad promedio fue de 22,5, aunque por momentos se vio disminuida a 15 km/h. Tal fue el viento reinante que la bajada del paredón que habitualmente la hago sin pedalear a más de 50 km/h, esta vez tuve que pedalear y lo hice a sólo 30 km/h. 
Día totalmente despejado y con un sol que quemaba, la salida no tuvo dificultades salvo el viento intenso y con ráfagas aún mayores.
Por este circuito se pasa por la zona de los boliches, en Marquesado, Jardín de los Poetas, autódromo el Zonda, camping de Rivadavia, Zonda, Ullúm, los clubes aledaños al dique, el paredón, parque faunístico entre otros lugares. La distancia recorrida fue de 70 km y lo hice en un tiempo de 3 horas con 5 minutos. Más que satisfecha, ya que esta misma vuelta la hice en el mes de julio en 3 horas y media. Esto quiere decir que día a día voy mejorando con mis entrenamientos; que el sacrificio que implica hacer actividad física todos los día tiene su fruto; que el rendimiento, la recuperación, la dieta y el descanso están en perfecta armonía.

Jardín de  los Poetas

Autódromo El Zonda

Camping de Rivadavia

Paredón del dique
Parque Faunístico


sábado, 20 de octubre de 2012

Vuelta en Mtb por 5 departamentos

Como a las 11 de la mañana debía estar desocupada ya que Florencia (mi hija) tenía partido de hockey sobre patines, decidí salir temprano y hacer la vuelta que involucra a 5 departamentos de la provincia de San Juan, a saber: Chimbas, Albardón, Angaco, San Martín, Santa Lucía y Capital; en una distancia aproximada de 45 km. 
Salí temprano con los primeros rayos de sol sobre las sierras de Pie de Palo. El día se presentó algo nublado y con viento a razón de 22 km/hs. 
En todo el trayecto no me encontré con ningún ciclista, la ruta bastante tranquila y la correntada de aire por momentos se hizo notar considerablemente, sobre todo cuando lo tenía en contra. Este tramo es prácticamente llano y se podía observar a los viñedos ya con sus hojas verdes.
El tiempo empezó a desmejorar. Las nubes eran mas grises y las ráfagas de viento sur aumentaron produciendo el levantamiento de tierra en el ambiente que dificultaba la visibilidad.
Chimbas fue el primer departamento que circulé por ruta 40. En su paso se encuentra un club de fútbol, un cementerio parque, una escuela, una iglesia, una ripiera y el puente que une este departamento con el de Albardón. En ésta localidad se destaca un paisaje natural desértico con numerosas plantaciones de vid. Además, se encuentra la fábrica de galletitas más importante de la provincia "Dilexis", cuya planta tiene una capacidad de producción de 48.000 toneladas al año.
 Luego continúa Angaco, departamento netamente vitivinícola, también se observan plantaciones de melones y olivos y bodegas. Al costado de la ruta provincial 170 hay un paseo con glorietas y bancos; todos los  postes de luz  están pintados de diferentes colores, dando una vista alegre y pintoresca al lugar. Sigue el departamento San Martín, en él encontramos viñedos, frutales, hortalizas, un Centro Integrador Comunitario y el nuevo puente que une este departamento con el de Santa Lucía. 
Tenía dos opciones para el regreso: seguir por Av. Libertador o continuar por calle 25 de Mayo. Yo elegí esta última. En su trayecto pasé por el club Amancay (único en San Juan que tiene cancha de golf), por el ISEF (Instituto Superior de Educación Física) y muchos barrios privados en plena construcción. Este departamento también predominan las vides. Y por último llegué al departamento Capital (donde vivo). Tardé en dar esta vuelta 2 horas a un promedio de 21 km/hs.

Ruta 40 frente a la ripiera

Entrada a Albardón

Fábrica Dilexis

Entrada a Angaco


CIC de San Martín

Derecha viejo puente, izquierda nuevo puente
que une Santa Lucía con San Martín
Nuevo puente




domingo, 14 de octubre de 2012

El Sapo, otra cumbre más!

De trekking a Mtb

Cerro El Sapo desde ruta 40

El día viernes partí con Javier, Alicia y Ana a la base del cerro El Sapo, en la Quebrada de la Burras, distante a unos 70 km de la ciudad de San Juan. Acampamos, comimos unos fideos con crema y apreciamos el cielo totalmente estrellado, en una noche sin luna, con poco viento y algo fresco.
A la mañana siguiente nos levantamos a las 5, desayunamos, guardamos todo dentro de la camioneta y lo dejamos en el puesto de Vialidad Provincial para una mayor seguridad.

Campamento armado



7.10 de la mañana, con los primeros rayos de sol, emprendimos la caminata por el lecho del río que nos llevó directamente a la entrada para ascender este atractivo cerro que tiene 2.219 msnm. Javier encabezó el grupo, pero todas damos opiniones por donde seguir. El sendero estaba poco marcado y por momentos lo perdíamos pero siempre sabíamos hacia donde debíamos dirigirnos. El ascenso fue en permanente subida, con exigencia en gemelos y cuádriceps. Llegamos a una zona de placas en forma de media luna, cuya pendiente oscilaba los 45° a 50°, una verdadera emoción, ya que debíamos trepar ayudándonos con las manos. Esta parte se hizo más lenta dada la exigencia de su inclinación. Subimos unos metros más y llegamos al filo del cerro. Acá ya podíamos observar lo imponente del paisaje: montañas, precipicios, llanos, la ruta, el desnivel realizado, divisamos el Blanco de las Cuervas y el Santa Rosa;  y hasta nos topamos con una pareja de cóndores que no se inmutaron ante nuestra presencia. Pensamos que tenían un nido con cría y decidimos desviarnos para no molestar a estas aves; e inmediatamente nos sorprendió un guanaco que posaba a pocos metros de nosotros.

Verticalidad de la pendiente


Cóndores en el filo

Guanaco


Continuamos nuestro andar y pasamos por una falsa cumbre con una pirca: pero nuestra meta estaba escondida detrás de una loma, a unos 15 minutos de distancia. Cuando menos lo esperamos divisamos la cumbre del Sapo y los cuatros llegamos a ella tomados de la mano en un tiempo de dos horas y media. Nos dimos el abrazo cumbrero, dejamos nuestro testimonio, comimos, descansamos y emprendimos el regreso por el mismo lugar, es decir sobre nuestras pisadas.

En la cumbre del Sapo

Vista panorámica desde el Sapo
El descenso demoró casi el mismo tiempo y en su trayecto los cuatros tuvimos nuestras caídas. Comenzó Ana, le siguió Alicia, luego Javier y posteriormente me tocó el turno a mí. Es que en las bajadas sin placas, las piedras estaban muy sueltas y éstas causaban las caídas; no así en el tramo de placas o rocas, donde las zapatillas se aderían a  la superficie porosa. Desde este lugar distinguimos a un grupo numeroso de montañistas que se dirigían a este cerro, y que en un momento dado nos cruzamos con ellos. 



Montañista que ascendían
Seguimos descendiendo ya por la parte de piedras y los dos cóndores que divisamos en el filo, esta vez volaban a nuestro alrededor. Nos detuvimos unos minutos para contemplar el despliegue de sus alas, ya que este espectáculo no se lo ve a menudo y menos tan cerquita nuestro. Iban y venían; se alejaban y volvían a nuestro encuentro, pasaban sobre nosotros a vuelo rasante; subían y descendían dando la impresión de estar más alto que los cóndores. Fue una función de vuelo exclusiva!



Llegó un momento en que todos deseábamos llegar al lecho del río. Ya la ruta la teníamos más cerca. Un suave viento comenzó a soplar. Nos quedaba menos de un cuarto para descender y Alicia sufrió otra caída, pero esta vez su rodilla se vió afectada. Javier le dió un calmante y así pudo continuar. Disminuimos el ritmo de marcha, procurando de no exigir a nuestra compañera. Ella con su empeño y perseverancia siguió sin quejarse, su determinación y constancia pudieron más que el dolor. Y así cuidando de Alicia, preguntándole como seguía llegamos al cauce del río. Caminamos hasta el puesto de Vialidad y nuestro compañera lesionada estaba intacta, como si  no hubiera sufrido nada. Ana quedó unos metros más atrás, y su cara de cansancio denotaba el grado de exigencia que fue para ella. Aún así todos estábamos felices de haber concretado otra cumbre, satisfechos por el tiempo empleado, contentos por el propósito alcanzado; y pensando ya en otro cerro, otra montaña para nuestro historial.
Una vez en la camioneta, comimos y nos hidratamos y yo me cambié la ropa de montaña por la de ciclista. El sol abrazador estaba en su cenit; y el viento por momentos llevaba ráfagas calientes a gran velocidad. Javier no creía conveniente que pedaleara, Ana no estaba convencida y Alicia con un gesto de puños asintió mi decisión.
Tomé la bicicleta y emprendí el regreso. Hasta Talacasto todo es bajada con pocas subidas, curvas y contracurvas. Luego continúa una recta hasta el parador homónimo con algunos badenes. Llevaba un buen ritmo (28 km/h fue el promedio) a pesar que por momentos el viento frenaba la velocidad. El sol lo sentía en todo mi cuerpo, me quemaba. Llegué hasta Matagusanos y viendo la subida que me esperaba del Villicún, más el clima agobiante decidí claudicar. No tenía sentido "quemar" mis piernas, el Sapo y los 38 km andados eran más que suficientes para una jornada de doble actividad física.