lunes, 23 de julio de 2012

Caminata al límite!!!!

Este fin de semana nos fuimos con Javier a San Rafael, Mendoza, con la  idea de sumarnos a un trekking al Cerro El Nevado de 3.883 mts, siendo la mayor altura extra cordillerana de la vecina provincia. Previo a ello el día sábado haríamos una caminata corta tipo de reconocimiento del grupo y entrada en calor para la ascensión del día domingo.
Nos juntamos en un hotel céntrico de San Rafael y partimos en 3 camionetas hacia Valle Grande y nos internamos en el Cañón del Atuel para emprender la caminata a una zona denominada "Cuatro Cascadas". Este circuito de poca exigencia estaba prevista hacerla en 2 horas y media. Eran 2 los guías y 7 personas (otra señora y yo)  los que intentaríamos llevar adelante este trekking que se presentó bien pintoresco a medida que avanzábamos hacia las cascadas. Montañas rocosas, de varios colores le daban un tinte especial a la caminata, los cuales resaltaban más  con la pequeña llovizna que nos acompañó. Debimos sortear varias veces el hilo de agua que traía esta quebrada; subir en forma constante, atravesar cortaderas, caminar por arena y trepar algunas piedras grandes. En el camino nos topamos con un chinchillón que parecía posar para las fotos. Cada tanto el grupo se paraba para apreciar el lugar y entablar conversaciones para conocernos un poco más.  En uno de los tramos encontramos una hoyada muy bonita. La subida empezó a complicarse con la lluvia que en forma constante no dejó de parar. Las piedras y rocas resbaladizas nos obligaban a tomar más precaución. Por momento el viento se intensificaba por lo que la temperatura parecía disminuir. A pesar del mal tiempo reinante nuestros guías decidieron continuar con la idea que pararía de llover. Seguimos subiendo, pasamos las cascadas y llegamos a una planicie. Hasta altura yo ya estaba empapada. Nos dijeron que regresaríamos por otro sendero para hacerla más segura ya que si hacíamos la bajada por el mismo lugar corríamos el riesgo de resbalarnos y sufrir al menos un esguince. A partir de entonces todo cambió.....
Debíamos seguir caminando hasta hacer el recodo de un cerro cercano y luego bajar. Ese trayecto para mí fue tedioso:  con la lluvia no se veía la huella, debíamos pasar por entre los arbustos llenos de espinas y cactus reinantes en el lugar; rompí el pantalón debido a esta vegetación y la lluvia no mermaba. Con Javier comimos algo para poder mantener las energías del cuerpo mientras caminábamos y de pronto....no había por donde bajar....los guías subían y bajan para ver por donde seguir...."aquí esta la huella"...."no, no por aquí"....continuamos caminando siguiendo las huellas de los animales, que también en un momento dado desapareció entre la vegetación espinosa y la lluvia reinante. Llegamos a la cima del cerro y vimos la cara de desorbitados de nuestros guías. Con Javier nos miramos y dijimos "estamos perdidos!!!!!"... Cruces de palabras entre los integrantes del grupo, uno de los guías sacó un GPS y aún así no sabían donde estábamos, ni mucho menos para donde ir. Se decidió regresar por el mismo lugar. Encaramos para un lado, luego para el otro y no encontrábamos la forma de regresar. El cielo se cerró aún más y parecía que en cualquier momento caía la noche y ninguno llevaba luces. Yo tenía muchísimo frío, la angustia me invadió.... Javier ya sacado, ayudó con la lectura del GPS y con la ubicación geográfica. Era tal la baja temperatura de mi cuerpo que me obligué a no dejar de caminar. Me dieron ganas de orinar y mis manos no respondían, las tenía entumecidas. Mi compañero me ayudó a abrocharme el pantalón que estaba totalmente roto y mojado. 
Emprendimos el descenso y otra vez, nos volvimos a equivocar. Subimos nuevamente y observamos humo. Para allá nos dirigimos siguiendo el lecho del río. Caminamos entre lodo y barro, entre cortaderas y cerros, sorteando piedras y rocas. Parecía que habíamos encontrado la forma de regresar y de repente....precipicio!!! era una cascada gigante sin agua y nuevamente la sensación de estar perdidos. El grupo se había dividido en dos y en este punto nos reencontramos. Las miradas inquietantes y la desazón nos invadió a todos! 
Subimos el cerro un poco más y encontramos una pirca y un par de cardones. Nuestro guía ante la pregunta de Javier: " a donde nos lleva esto?" respondió: "Yo nunca hice este sendero..." La impotencia crecía y el paisaje no nos resultaba para nada familiar. El otro de los guías se adelantó y encontró otra pirca con resto de leñas que un momento de la subida a las cascadas pasamos por ella. Cuando llegamos todos a este lugar nuestros cuerpos recobraron la calma pues ahora sí caminaríamos por ruta segura; sin embargo mi cuerpo comenzó a temblar por el frío que estaba soportando y no podía controlarlo. Javier llevaba una campera impermeable pero fue tan persistente la lluvia que igual mojó todo su ropa. Él también sufrió principio de hipotermia.    Comimos todo lo que habíamos llevado  para tolerar mejor el frío.  Y comenzamos el descenso a buen ritmo para mantener algo el calor corporal. Nuevamente nos dividimos en dos grupos. Nosotros encaramos en el primero con uno de los guías. Dejó de llover. Caminamos rápido para poder llegar pronto a la camioneta, prender la calefacción y cambiarnos de ropa. Nos alejamos bastante del otro grupo, y  nuestro guía propuso parar a esperarlos mientras tomábamos unos mates, idea que con Javier no consentimos y continuamos nuestro andar. Nuevamente comenzó a llover y el viento era mayor. El frío cada vez era más intenso y nuestras ganas de llegar aún más. Y cuando llevábamos 5 horas y media de marcha vimos los techos de las cabañas y las camionetas. 
Nos cambiamos pues estábamos empapados totalmente, prendimos la  calefacción en la camioneta y regresamos a la cabaña comiendo lo que había quedado en el vehículo.
Al otro día sería el ascenso al Cerro Nevado, por decisión de ambos desistimos de hacerlo; esta experiencia desagradable y extrema nos obligó a replantearnos el rumbo  y nos dejó un par de enseñanzas:
  • Estuvimos en una situación límite no arriesgando la vida, pero sí arriesgando nuestra salud.
  • Nuestra vida sana nos ayudó a tolerar este momento. 
  • Esta desaventura templó nuestro espíritu y nos hizo mucho más fuerte para afrontar otras adversidades.
  • Todo lo que brilla no es oro y todo lo que venden en internet no es serio.
  • Las salidas y excursiones hay que hacerlas con personal matriculado y calificado por las autoridades locales.
  • En cada salida tener en cuanta las condiciones climáticas a través de los diversos servicios metereológicos que tiene la web.
  • Disfrutar de la salida, de la naturaleza y de todo su esplendor por más corta que sea.
  • "No hay mal que por bien no venga"


Chinchillón 


lunes, 16 de julio de 2012

Senderismo por las Sierras de las Quijadas

En estas vacaciones de invierno también conocí el Parque Nacional Sierras de las Quijadas en la provincia de San Luis, que protege los recursos culturales y paleontológicos del lugar.

Entrada al Parque

Esta visita la hice con Javier, con quien llegamos al Parque y a la vera del camino encontramos vestigios de asentamientos de posibles poblaciones originarias que fabricaban cerámicas con la arcilla del lugar. Luego de conversar con los guías, hicimos la primer caminata por el Sendero de los Miradores, que nos presenta un escenario imponente: acantilados recortados, con el vuelo de algunos cóndores, desierto y vegetación espinosas dan el marco de magnífica belleza atrapando nuestras miradas.


Este recorrido nos llevó 45 minutos, llegamos al estacionamiento, cominos y preparamos las mochilas mientras esperábamos nuestros guías. 
La segunda caminata fue hasta Las Huellas del pasado, siendo dos chicas las que nos guiaron. Caminamos por el desierto, contemplamos el llano y la inmensidad, bajamos por una quebrada y llegamos a Potrero de la Aguada: los troncos y raíces fosilizados, las galerías dejadas por gusanos y huellas de dinosaurios nos llevan a imaginar la vida en este lugar en un ayer muy lejano. 
Esta caminata fue moderada con un tiempo aproximado de hora y media de marcha.


Excremento fosilizado de un gusano

Huella de dinosaurio



Luego de descansar una media hora emprendimos la tercer y última caminata a Farallones. Fuimos ocho los turistas que lo recorrimos acompañados por Carlos, el guía para esta excursión de 8.500 mts, en el que teníamos que desnivelar 200 mts en un recorrido de 1500 mts. Este treking fue más exigente con un tiempo aproximado de ejecución de 4 horas y media.
Caminamos por terrenos con pendientes, cornisas,  cruzando ríos secos, todo a nuestro alrededor de color rojizo tallado por el constante proceso erosivo. En el camino nos encontramos con cuatro guanacos, y nuevamente los cóndores volando en círculo; se veían huecos en la tierra, madrigueras y en las paredes de las sierras cuevas. La zona es muy árida, la vegetación es escasa predominando la "chica", el retamo, cactus, jarillas y quebrachos entre otros, delimitando un inmenso anfiteatro natural.


Cuevas en las paredes

Guanacos
Seguimos nuestros andar haciendo recobecos y llegamos a los Farallones de entre 200 a 300 mts de altura, todos de color rojizo, donde se visualizan las más variadas geoformas producidas por la erosión del viento y de las aguas a través de los siglos. Éstos, más los acantilados y las cornisas se suceden unos a otros, formando un paisaje sorprendente.
Luego de las fotos de rigor regresamos en tres horas, siendo un tiempo de marcha muy bueno, teniendo en cuenta las variadas paradas para conocer, admirar y disfrutar el legado de la naturaleza. 

Los Farallones





domingo, 15 de julio de 2012

Senderismo por las Sierras de la Punilla

Llegaron las vacaciones de invierno y con él una serie de salidas caminando.... la primera es en Córdoba. Aprovechando que mi hermana vive allí, más precisamente en Biallet Massé, me fui con mis hijos a visitarla y de paso hacer unos trekking por esa zona.
Fueron dos itinerarios: uno, con Ingrid y Flor (mi hija) al Cerro Pan de Azúcar; que se puede hacer en aerosilla o caminando; por supuesto que nosotras preferimos hacerlo caminando, la cual fue sin ninguna dificultad, salvo para Florencia que faltando 100 mts para la cima se encaprichó y no quiso seguir subiendo. De allí se podía observar varios lugares turísticos, como es Cosquín y hasta la entrada a Carlos Paz. Una vista panorámica indescriptible, con un día totalmente soleado, con poco viento y hasta por momentos con calor para la época del año. 

Subiendo el Cerro "Pan de Azúcar"


Aerosillas que llevan a la cima

Cima del Pan de Azúcar



La segunda fue con Miguel Montenegro, un amigo que vive en la ciudad de Córdoba y que conocí en mi viaje a Salta cuando hice el Camino del Inca en bici. Nos pusimos de acuerdo y partimos hacia Capilla del Monte distante a una hora aproximadamente de Biallet Massé. Allí habían varios circuitos por hacer pero Miguel prefirió el que lleva al dique Los Alazanes. Él ya lo conocía pero hacía más de 20 años que no lo recorría. Llegamos en auto a la base del cerro, que cuenta con una proveeduría, estacionamiento, baños bien equipados, lugar de acampe; encontramos carpas y gente comiendo en las mesas de madera ubicadas a la orilla del río. Comenzamos nuestro andar pasando por un puente colgante para encontrarnos con la huella bien marcada que nos dirigía a las  subidas y bajadas de los cerros;  el sendero totalmente visible, con verde viejo y pasto seco y muchísimos árboles de mediano porte fue lo encontramos en nuestro andar. En todo momento hubo sol, aunque la visibilidad era dificultosa por polvo en el ambiente. De pronto sentimos voces, miramos a nuestro alrededor y no pudimos divisar personas, hasta que agudizando la vista pudimos ver a un grupo de 6 personas bajando con mochilas el cerro. Caminamos poco más de dos horas, llegamos al dique donde el paisaje fue fantástico y luego de cruzar el estrecho paredón, tuvimos que bajar una escalera en vertical para continuar por el sendero y llegar a la zona de planicie donde almorzamos. Un párrafo a parte para contar que me dio "miedito" cruzar el paredón y bajar esa escalera, pues el vértigo hizo que aparecieran estos temores donde el corazón late a mil por hora y bloquea el accionar. Nos encontramos con dos caminantes que parecían amantes de las fotografías pues hasta el trípode llevaban con cámaras impresionantes. También una pareja con su perro, que no se sabía quién tiraba a quién. El resto del sendero lo hicimos sólo con la compañía de los cantares de los pájaros. Luego de comer, sacar un par de fotos, subimos un cerrito pequeño para contemplar más aún el paisaje. Guardamos nuevamente las cosas en la mochila y emprendimos el regreso al mismo ritmo que el de ida, apreciando cada tramo, pues la vista es distinta en la vuelta. Miguel también es fotógrafo aficionado por lo que cada paisaje, cada vegetación o pájaro consideraba ideal para sacarle una foto. Luego de otras dos hora de caminata llegamos a la base, ya sin nada de gente y con el atardecer en puerta, y con la satisfacción de haber conocido otro lugar más de mi Argentina, esta vez el Valle de Punilla.


Puente colgante


Dique Los Alazanes

Paredón del dique con la bandera


Vista del dique desde el cerro de enfrente

Apacheta 

Sierras de la Punilla