miércoles, 16 de enero de 2013

Sierras Azules de madrugada

Después de una noche con mucho viento sur, cielo rojizo y con algunas lloviznas aisladas, con Alicia fuimos hacer el habitual treking al Sierras Azules. Ingresando a la zona se notaba la bajada de agua que había tenido el cerro luego de la tormenta. 
Mi compañera venía de una semana indispuesta y yo de andar en bici. Aún así y de noche, comenzamos nuestro ascenso el cual fue a un ritmo regular, caminando en forma pareja y sin alejarnos una de la otra. Muy poca conversación tuvimos y si nos concentramos en el ritmo respiratorio. 
De a poco comenzó a aclarar y pudimos ver el amanecer desde el cerro. No hacía frío, pero sí mucha humedad. 
Llegamos a la cima en 1 hora 38 minutos y nos asombramos por el tiempo que empleamos  a pesar de haber estado ambas con una dolencia (ella: saliendo de una gastroenteritis y yo con cansancio muscular).
El descanso fue escaso, sólo unos minutos y emprendimos el regreso. Donde el terreno lo permitía lo hacíamos corriendo. Habiendo descendido un poco más de la mitad, Alicia comenzó a sentir náuseas. Bajamos el ritmo, caminamos y por tramos trotábamos. Llegamos a la base en 53 minutos. Chocamos nuestras palmas por el tiempazo que hicimos. Elongamos, nos cambiamos las remeras transpiradas y regresamos contentas por nuestro rendimiento. 







En la cima

martes, 15 de enero de 2013

La Difunta Correa nuestra salida del día

La última vez que fui a la Difunta Correa   fue en junio del 2012 y lo hice con mi amigo Edu. http://vidaydeporteal100.blogspot.com.ar/2012/06/la-difunta-correa-por-la-senda-del.html. Esta vez lo hice con Jorge, que nos reencontramos con las salidas después de nuestra travesía Pedernal-Barreal-Uspallata.
Este santuario se encuentra en el departamento Caucete, en la localidad de Vallecito distante a unos 63 km de la ciudad de San Juan y a 32 km de la villa cabecera. (para saber más sobre su historia  http://www.visitvedifuntacorrea.com.ar/la-historia/)
Eran casi las 8 de la mañana cuando empezamos a pedalear por la ciclovía, totalmente pavimentada, que nos lleva directamente a este paraje. 

                

A penas salimos yo me adelanté ya que Jorge se demoró colocándose los auriculares. Me alcanzó en el km 8 y me puse a rueda hasta los 16 km. A partir de ahí mi compañero empezó a sacarme distancia. Cabe destacar que todo este trayecto es una suave subida hasta Las cuestas de las Vacas donde la pendiente es mayor, llegando a las 833 msnm.
Desde nuestro inicio hasta el fin del recorrido lo  hice en plato 3 y sólo utilicé el penúltimo piñón en las cuestas de mayor exigencia parándome cada tanto sobre los pedales. Traté de no bajar los 20 km y así fue que mantuve un promedio de 23.4 km/hs.
Jorge me esperó sólo una vez tanto de ida como de vuelta. El tardó 1 hora 18 en llegar al santuario y yo 1 hora 20 minutos. Una vez allá subimos a rezarle a la difuntita e inmediatamente iniciamos el regreso, sin antes  parar para comprar una bebida isotónica, la cual no pudimos tomar porque Jorge perdió el dinero y yo me olvidé de llevar.
Era de esperar que el regreso sería más rápido, pero tuvimos viento de frente por lo que prácticamente tardamos lo mismo que la ida: él 1 hora 17 y yo 1 hora 21 minutos.
En el camino quedaban vestigios de la tormenta de días atrás: arena y piedras y los badenes con agua y  barro. En uno de ellos nos empapamos, pues el agua llegaba hasta casi la mitad de la rueda; a la vuelta esquivé este badén circulando por la ruta.
Durante nuestro recorrido sólo nos encontramos con un ciclista de ruta y un par de promesantes llegando al paraje caminando. Ya en el santuario varias personas cumpliendo sus promesas con exigencias físicas y colocándole velas en el lugar destinado para tal fin.
En total anduvimos 63 km en 2 horas 41 minutos con una velocidad máxima de 51.7 km/hs.
Más que contenta y satisfecha me encuentro dado el rendimiento que estoy logrando. 


Por la ciclovía

En el Santuario

Gatorade que no tomamos, je

Altura máxima de la Cuesta de las Vacas

Después de pasar el badén con barro

Llegando a las dunas


domingo, 13 de enero de 2013

Pedernal - Barreal - Uspallata en bici (Parte II)

Ya en Barreal fuimos a buscar alojamiento. Estaba todo lleno y luego de andar, encontramos una cabaña cerca del aeroclub. Nos instalamos, fuimos hacer algunas compras y tomamos unos mates a la orilla del río. La tarde estaba nublada pero la temperatura muy agradable, había refrescado. Comenzamos a sentir truenos y los relámpagos mostraban sus refusilos. La tormenta estaba sobre la cordillera pero no llegó a nosotros.


Después de un merecido descanso, emprendimos la última etapa de nuestra aventura: Barreal - Uspallata donde la distancia a recorrer es de 110 km. Desde el mismo momento que dejamos la cabaña comienza una interminable subida, cuya pendiente se hace sentir pero sin necesidad de emplear la máxima multiplicación. Esta es más suave y se puede ir apreciando toda la cordillera, destacándose los glaciares de la cordillera de Ansilta.



Esta ruta está totalmente pavimentada hasta el límite con la provincia de Mendoza. Y durante su recorrido poco transito, un par de ciclistas y obreros poniendo los rieles en la ruta. 
El día maravilloso, sin nubes, sol a pleno y paulatinamente la temperatura comenzaba a ascender.
Empezamos nuestro andar juntos, Jorge me pidió que me pusiera a rueda pero no lograba mantenerle el ritmo el cual en subida era de 22 km. Fue así que de a poco comenzó a alejarse. La distancia que me sacó fue considerable, por eso decidí imprimirle un mayor ritmo a mi pedaleo y poco a poco fui acercándome a él. Logré mantener un ritmo constante hasta alcanzarlo y pasarlo; pero aumentó la velocidad y nuevamente comenzó a alejarse. A partir de ahí cada uno siguió a su ritmo.
Cada tanto Jorge me esperaba, mientras yo sacaba fotos. Llegamos a la Pampa del Leoncito, el cual es un lecho seco de un antiguo lago que constituye una planicie de tierra arcillosa, sólida y cuarteada, de 12 km de largo por 6 km de ancho. En él se practican carreras de carros a vela y es un lugar obligado de visita por lo extraño que representa.

Ruta pavimentada 

Pampa El Leoncito
Seguimos nuestro andar prácticamente solos. Nos cruzamos con un cicloturista extranjero y a los pocos metros de llegar al límite con Mendoza nos alcanzó nuestro vehículo de apoyo. A esta altura el calor era agobiante. Comenzó el camino de tierra, siempre en subida y con algunos badenes. Se convirtió en una ruta larga, tediosa, con el mismo paisaje. El sol lo teníamos de nuestro costado izquierdo y parecía que imprimía  sus rayos sobre nuestras pieles. Yo sentía que me ardía y tuve que sacarme la remera y ponerla como pierna para evitar que se me quemara aún más. 
El calor y el sol que sofocaban, más el fastidio de la subida interminable hicieron que replanteáramos nuestra continuidad.
Así fue que después de haber pedaleado 71 km en 4 horas subimos las bicis al auto para llegar a Uspallata a almorzar.
Fue una dura experiencia sobre todo la del primer día. Pero terminamos contentos de haber cumplido nuestro sueño y motivados para realizar otras travesías de este tipo.
Quiero culminar este relato agradeciendo infinitamente a mi hijo Pablo, que sin su predisposición, apoyo, paciencia y perseverancia éste y otros desafíos no los hubiera podido llevar a cabo. Y en esta ocasión se suman Florencia y Cynthia, que también nos hicieron el aguante. 




Flor, Pablo y Cynthia: equipo logístico

Pedernal - Barreal - Uspallata en bici (parte I)

                   
                       
Según Google Earth la distancia que une Pedernal con Barreal es de 113 km; según vialidad nacional son 132 km y según mi cronómetro la distancia más aproximada es de vialidad.
El día jueves 10, aún de noche, partimos desde mi casa con mis hijos Florencia, Pablo y Cynthia la novia de mi hijo. Pasamos a buscar a Jorge y después de dos horas de viaje llegamos al lugar de partida con nuestras bicis. Eran las 8.30 de la mañana, el cielo algo nublado, el sol que partía la tierra, mucho calor pero con unas ganas tremendas de hacer este cruce que venimos soñando hace un tiempo.
El camino de tierra que une Pedernal (Sarmiento) con Barreal (Calingasta) cuenta con unos paisajes bellísimos, a pesar de la aridez del lugar. Se pasa primero por el diferimiento de la Pepsi ubicado a los 1.400 metros de altura y que cuenta con 300 hectáreas de varietales de viñedos en la falda de la montaña, regadas con agua de manantiales y por goteo; y con 60 hectáreas de nogales, convirtiéndose en el principal productor de nogal de Cuyo. Luego, atraviesa el puesto de cabras de Santa Clara, por el lecho de un río seco   entre cerros de altísimas paredes pintorescas. Para luego llegar al Portezuelo a 2.824 msnm en permanente subida. De ahí son 10 km aproximadamente de un descenso feróz, para luego continuar hasta el empalme de la ruta que lleva a Barreal.
Jorge se propuso llegar hasta este punto, mientras que mi meta eran 6 horas de pedaleo o bien hasta las 14 hs. Arrancamos a los 1.370 msnm en constante subida y por momentos de extremas pendientes, llegando a emplear la máxima multiplicación para encarar las cuestas y con una velocidad de pedaleo que en mi caso no superaba los 6 km/hs.
A pesar del esfuerzo que estaba realizando en ningún momento me bajé de la bicicleta y para evitar que cesara la marcha debía pararme en los pedales. Jorge, por su parte, al tener una bici de rodado 29, se alejaba considerablemente y cada tanto me esperaba. Pero aún así, habían pendientes que las realizaba con la bicicleta al lado. Hubo un punto en donde él caminando y yo pedaleando ibamos al mismo ritmo.
Los minutos pasaban rápido, pero los kilómetros super lentos. Pedaleábamos, subíamos cuestas y la distancia andada no era nada comparada al tiempo que llevábamos arriba de la bicicleta. Yo me fijaba en el cuenta kilómetros cada tanto y cuando llevábamos 33 km le dije a Pablo que viera en la foto de partida donde decían los kilómetros que faltban hasta el Portezuelo (43 Km). A esta altura Jorge se bajó de la bici en claro gesto de abandonar, pero le dije que faltaban 10 km, más algunas "palabritas" que lo alentaron a seguir y así fue que se subió nuevamente y encaró las subidas. Pero esta decisión le duró un trecho más, pues faltando pocos kilómetros para el Portezuelo se rindió. Yo continué. Me propuse llegar a lo más alto. Aún pedaleando a un ritmo muy lento quería llegar a la cima. Y lo logré! Llegué a los 2.824 msnm a puro esfuerzo y todo el tiempo arriba de la bici. Levanté el puño en señal de haber vencido esta tremenda subida. Se nubló y corría viento frío. Me abrigué y lo convencí a Jorge para que siguiera pedaleando. Florencia también lo alentó. Y así fue que ambos emprendimos el vertiginoso descenso. Andábamos muy rápido. En algunos instantes miroteaba el cronómetro para saber a cuento ibamos. Divisé 47 km/hs frenando en forma constante; pero luego supe que superamos esa velocidad. Habíamos descendido a 54 km/hs.
Ya habíamos bajado unos 600 mts y el calor comenzó a sentirse nuevamente. Me frené para sacarme ropa y esperé a Pablo para entregarle el abrigo. Jorge continuó pedaleando y desapareció de mi vista. Anduve unos 30 km y ya el sol estaba haciendo estragos en mi cuerpo. Sentí amarga la boca y al ratito vomité. Me fijé en la hora y eran las 14.45 hs y decidí subirme al auto para evitar complicaciones. Después de andar 3 km nos encontramos con Jorge que estaba descansando en la unión de las rutas. De ahí quedan unos 50 km hasta Barreal en ruta totalmente pavimentada, pero el sol y el calor pudieron más. 
Si bien no completamos todo el recorrido, Jorge reivindicó su actitud y llegó hasta donde se propuso; yo feliz de haber pedaleado en forma constante completando 72 km con un durísimo ascenso, desnivelando 1.600 m. Un gran esfuerzo!



Cumbre del Puesto Santa Clara



             

lunes, 7 de enero de 2013

Bici + treking en mi cumpleaños!


Me tomé unos días de vacaciones con mis hijos en Potrero de los Funes en San Luis. Sin embargo llevé la bicicleta con la idea de hacer algún recorrido y elegí el día de mi cumpleaños para ir a la ciudad de La Punta por el camino serrano.
Esta ruta es de doble sentido, de montaña,  que recorre las sierras de San Luis de este a oeste, uniendo Potrero de las Funes con la nueva ciudad de La Punta. El tramo es completamente asfaltado y durante todo el trayecto se puede disfrutar de una vista panorámica y al llegar a la mitad, se encuentra la cima a los 1270 msnm, con un mirador desde donde se aprecia la cuidad de La Punta y parte de San Luis capital.
Me levante temprano pero no pude salir hasta pasado el medio día pues estaba lloviendo, con truenos intensos. Comenzó a despejarse y con el sol a pleno  la humedad comenzó a subir. Ya en la ruta, se veían algunos autos que rebajaban sus motores para enfrentar las cuestas.
Mi pedaleo fue constante aunque en las subidas no superaba los 7 km/hs.; aún así no empleé la máxima multiplicación pues mis piernas soportaban el esfuerzo que estaba realizando. Después de varios minutos de subida constante divisé una bandera argentina en lo alto de la sierra y detrás de ella no habían más colinas. Seguí pedaleando con la idea que me quedaba poco por andar. Llegué a la bandera, detrás una curva, y al mirar hacia arriba vi la ruta que seguía en lo alto. Sin desanimarme continué pedaleando, esta vez mirando el camino y cuando menos lo pensé había llegado al punto más alto del circuito.

Cima del Camino Serrano: 1270 msnm
A partir de ahí todo bajada hasta la ciudad de La Punta. Debí hacerlo frenando en forma constante. Tanto fue el esfuerzo que realicé con mis brazos, que cada tanto los  sacudía para recobrar vigor y evitar que se acalambraran. Durante este trayecto poco pude apreciar el paisaje ya que mi atención estaba puesta en el descenso. Sin embargo vi distintos tonos de verdes, muchos arbustos y hasta árboles de gran altura. Pude divisar un arroyo y después de varias curvas y contracurvas llegué hasta  la rotonda a gran velocidad (superando los 50 km/hs)


Como el descenso fue muy abrupto, el regreso sería más duro; por lo tanto le llamé a Pablo para pedirle que  me viniera a buscar. Mientras esperaba su llegada, decidí emprender el regreso y pude corroborar con mis propias fuerzas lo dificultoso que es el tramo de vuelta. Con firme determinación emprendí el regreso a puro fuerza de piernas y con la misma multiplicación que traía. Sentí que el corazón latía muy rápido y la transpiración invadió mi cara, corría el sudor por mi espalda y mi piel brillaba de humedad. 
Los autos pasaban al lado mío y tocaban bocina en gesto de aliento por la subida. Miré hacia arriba y ya pude ver la cima con sus banderas. Seguí trepando y divisé mi auto, llegaba mi apoyo, pero como faltaba poco decidí continuar con el esfuerzo. Por momentos me paraba en los pedales para no decaer el ritmo y evitar que se parara la bicicleta. Yo misma me alentaba y así a pedaleo firme llegué nuevamente a la cima con el puño en alto en señal de haber logrado este esfuerzo.
En el auto venían mis tres hijos que decidieron acompañarme en el tramo de bajada hasta Potrero. El descenso también fue rápido y esta vez alcancé los 60 km/hs frenando!
Estuve pedaleando 1 hora 48 minutos en una distancia de 30 km.





Circuito Internacional Potrero
Por la tarde los cuatro fuimos a caminar por el Salto de la Moneda. Muchos autos en la base por lo que hacía suponer que varias personas estaban en la cascada. Durante el trayecto nos cruzamos con algunos. Flor no estaba muy convencida de hacer este treking, y cuando llegamos al mirador donde se puede apreciar la vista al lago, el Hotel Internacional, gran parte del circuito de autos, el colorido de las diferentes cabañas y todo el verdor de las sierras, esbozó una mirada de disconformidad; pero bueno, no le quedaba otra que seguir caminando. Comenzamos a descender y se podía oir el ruido del salto. También escuchamos risas y voces. Llegamos a la hoyada con su cascada y varias personas tomando mate y bañándose. 
La miré a Florencia y su carita había cambiado. Pablo fue el primero en meterse al agua. Entusiasmó a sus hermanos y le siguió Flor y luego Bruno. Después de disfrutar la frescura de la cascada nos tomamos unos mates y Flor admitió que valió la pena haber ido hasta ese lugar. 
El sol comenzó a descender y a dar sombra en la cascada. Se  puso fresco y antes de que la luz solar dejara de iluminar regresamos por el mismo camino, mientras que unos jóvenes lugareños lo hicieron por el arroyo.





martes, 1 de enero de 2013

Recibiendo el 2013 en el Tres Marías

Las condiciones estaban dadas para que yo pudiera cumplir con un sueño: "pasar año nuevo haciendo treking". Y así fue que pasadas las 23 horas llegué al Castillito para emprender la caminata. Estaba desolado, sólo un par de policías custodiando la zona y unas 5 personas mayores cenando debajo del reflector.
Me bajé del auto y al ponerme el camelbak se me acercó uno de estos señores uniformados. Yo pensé: "sonamos no me dejarán subir!"...sin embargo después de los saludos, me preguntó que estaba por hacer. Yo le respondí: "pasar un fin y nuevo año diferente....ver desde lo alto del cerro la ciudad con los fuegos artificiales". Corroboró que no tenía otras intenciones (suicidarme, por ejemplo...."ni loca con todo lo que me queda por hacer, descubrir y conocer!") me dejó subir sin problemas.
A medida que ascendía me dí cuenta me no llevaba el frontoluz, por lo que tuve que agudizar la vista para no pisar en falso. Por suerte la luna continuaba con mucha luz, pero en los lugares donde el cerro la tapaba, la oscuridad se profundizaba.
La primera parte del ascenso y en la cima estuvo muy ventoso, no así en la quebrada donde no soplaba una gota de aire. Subí a paso firme y en las zonas de poca visibilidad bajaba el ritmo por temor a cometer un error. El silencio era total, por momentos se escuchaba el sonido del viento y en ocasiones, algún que otro grillo. Mientras caminaba pensaba en las personas que al igual que yo, estarían pasando estas fiestas en el Aconcagua, en el Everest...., corriendo la San Silvestre o haciendo algo distinto al común de la gente. Y así pensando, volví a la realidad con el estruendo de las bombas. Ya eran las 12 de la noche!!!
Desde arriba las luces de la ciudad y la distancia no dejaban apreciar en su magnitud los fuegos artificiales. Se veían pequeña pelotitas de colores que estallaban a lo lejos. Igual el espectáculo fue único y pude cumplir con mi sueño!
Del otro lado, Ullúm y Zonda también se veía el festejo aunque en menor cantidad que en la ciudad. Y si puede apreciar con nitidez los fuegos artificiales que lanzaban desde el Complejo Bahía. Una seguidilla de destellos multicolores y de formas que duró unos cuantos minutos. 
Comencé a descender con la misma precaución y al pasar la "ventanita", los reflectores del dique me encandilaban por lo que tuve que bajar despacio. Al llegar a la cruz blanca comencé a escuchar música y continuaba el sonido de las explosiones.
Una vez abajo, la familia que estaba cenando me llamaron...nos dimos el saludo de buen año y conversamos un rato. Coincidimos que cada cual pasa las fiestas como quiere y que cada uno disfruta a su manera. En fin...cada uno con su locura....yo me hago cargo de la mía!