miércoles, 29 de octubre de 2014

Agua Negra: MATADOR!

Este fin de semana fui con Luis, Ana, Francisco, Martín, Darío, Jorge, Inés, Silvia, Raúl y Alberto a la zona de la cordillera sanjuanina denominada Agua Negra con la idea de ascender el C° Bifurcación de 5.200 msnm.
Llegamos al refugio del Andino Mercedario, en Arrenquintín, ubicado a 3.000 msnm, el día viernes para ir aclimatado a la altura. Fue una noche amena, de risas, anécdotas, de conocimiento del grupo, donde además se comió un riquísimo asado.
El día sábado nos fuimos levantado en la medida que nos ibamos despertando y después del desayuno armamos las mochilas para dirigirnos a hacer campamento en la base del cerro Bifurcación, a los 4.300 msnm.
Nos encaminamos a destino en camioneta y después de andar más de 35 km, ingresamos a la quebrada de San Lorenzo en permanente ascenso.
Armamos las carpas, descansamos, tomamos unos mates y fuimos a conocer el glaciar San Francisco con la idea de seguir aclimatando.
Nuestra marcha lenta, pues la altura se hacía sentir. Respiraciones profundas, andar lento, movimientos pausados.....y aún así la puna comenzó hacer de las suyas. 
Raúl y Alberto volvieron al refugio, mientras que los demás seguimos con nuestro objetivo. Darío decidió regresar al campamento y Luis lo acompañó. El resto del grupo decidimos ascender un poco más para apreciar de cerca el glaciar. Al poco andar Silvia e Inés también regresaron; más adelante yo empecé a sentir zumbidos en los oídos y mucho dolor de cabeza y ante estos síntomas también regresé. El resto del equipo caminaron unos minutos más hasta que decidieron descender.
Ya en el campamento todos, en menor o mayor medida, sentimos los síntomas de la puna. Cada uno en sus carpas trató, con la ayuda de los medicamentos, aliviar estos indicios.
Comenzó a atardecer y a medida que el sol se escondía detrás de las imponentes montañas, la temperatura descendía. El viento comenzó a azotar y antes de que anocheciera Darío, Inés y Silvia decidieron regresar al refugio, pues a ellos no se les pasaba los signos del mal de altura. Luis y Jorge los llevaron hasta Arrenquintín y a medida que descendían comenzaron a superarse.
A pesar de que mi estado no era el mejor, decidí quedarme en el campamento ya que la medicación que tomé, comenzó a hacer efecto y  alivió un poco mi malestar. Después de tomar una rica sopa me sentí algo mejor. 
Llegó la noche y el viento reinante no nos dejó dormir plenamente. Me levanté al baño y nuevamente el dolor de cabeza se instaló. 
A las 6 de la mañana del día domingo nos levantamos con la idea de hacer cumbre. Mi dolor de cabeza no cedía y ante este síntoma decidí quedarme en el campamento. Así fue que Ana, Francisco, Martín, Jorge y Luis comenzaron lentamente el desmesurado ascenso de más de 45° de pendiente que tiene el C° Bifurcación.
Despacio los veía ascender y alejarse. El viento nunca dejó de fustigar. Poco a poco amanecía y el cielo se presentó con nieblas. 
Cerca de las 3 horas que llevaban de marcha, apareció Martín, quién se sintió desmotivado en el ascenso. Miramos hacia la cumbre y sólo pudimos divisar a dos de ellos (Ana y Francisco). Los otros dos  (Luis y Jorge) ya no estaban en nuestra mira.
Con Martín descansamos, y traté de hidratarme lo más que pude. Salimos a estirarnos y a apreciar el paisaje, cuando pudimos distinguir a Luis y Jorge. En ese momento se voló una carpa y tuvimos que hacer un esfuerzo para ir a rescatarla. Yo ya me sentía mucho mejor, pero este movimiento brusco, retrocedió mi mejoría.
Después de 7 horas y media llegaron al campamento Luis y Jorge, mientras que Ana y Francisco hicieron lo propio una hora y media después. Los cuatros hicieron cumbre y coincidieron en la dureza del cerro. Mientras llegaban a la base, Ana y Francisco, caminaban apoyados uno contra el otro y desde lejos se les veía la sonrisa de placer por la cima conquistada. Salí a su encuentro y con Ana nos dimos un abrazo muy sentido, pues su esfuerzo valió la pena.
De los cuatro que hicieron cumbre, sólo Jorge sufrió una descompensación que se le atenuó cuando empezamos a descender y llegar nuevamente a Arrenquintín.
Ya en el refugio, el resto del grupo humano nos esperó con un gran aplauso. Si bien la mayoría no pudo concretar con el cometido, todos estamos contentos porque a través del montañismo vivimos experiencias únicas, conseguimos nuevas amistades y disfrutamos del placer de estar en contacto con la naturaleza.

Asadito de cena

Nuevas amistades

Campamento

Aclimatando

Caminata al glaciar
Francisco, Martín, Luis, Silvia, Inés y yo

Cerro Bifurcación: 5.200 msnm

Descenso de Luis y Jorge

Llegada de Ana y Francisco

Encuentro sentido


En Arrenquintín