domingo, 16 de septiembre de 2018

Mundial Ironman 70.3 Sudáfrica: a puro corazón



El pasado 1 de septiembre se llevó a cabo en la Ciudad de Mandela Bay, Puerto Elizabeth, Sudáfrica el Mundial de Ironman 70.3 y que contó con más de 3000 triatletas provenientes de todos los confines de la tierra.

Y lo que debía ser mi mejor carrera, por la mejoría que tenía entrenamiento tras entrenamiento; y por que sería mi último Mundial, ya que cada vez se hace más difícil económicamente solventar estos viajes; resultó una carrera impensada, con contratiempos y que logré terminarla gracias al corazón y garra que puse y a la valiosa colaboración de personas que me ayudaron para poder concretar éste gran objetivo.

Meses de entrenamiento; doble jornadas, frío, dinero invertido en análisis, médicos, nutricionista, kinesiólogo, suplementos alimenticios y vitamínicos. Trabajo con profesionalismo para llegar en óptimas condiciones a éste Mundial. Sin embargo el destino o la suerte no estuvo de mi lado....Pues la maleta que transportaba mi bicicleta y todos los accesorios necesarios para la carrera incluida mi comida, no llegó conmigo y a pesar de los reclamos, el equipaje no apareció.

Momentos de incertidumbre, angustia, desazón, bronca y llantos invadieron mis sentimientos, pues veía desmoronarse una gran ilusión. No contaba con nada para poder competir y todo el dinero invertido en la previa del viaje y en el viaje mismo, llegaba a su fin.

Pero siempre aparece la obra de Dios: la solidaridad, la colaboración incondicional, la buena predisposición de personas que en forma desinteresada me prestaron a ojos cerrados todo lo que tenían a su alcance para que yo pudiera realizar y terminar ésta carrera, lo cual no tiene palabras y sólo merece ser destacado y estar eternamente agradecida.

Y así, con todo prestado, participé del Ironman "en crudo" ya que por la búsqueda de la bicicleta, perdimos el vuelo que nos llevara a Puerto Elizabeth lo que hizo que llegáramos el mismo día que tenía que hacer el checkin de la bici. Por lo tanto no tuve tiempo de probar el rodado, ni hacer reconocimiento de circuitos en ninguna de las 3 disciplinas. No conté con mis vitaminas, ni comida, ni aminoácidos, ni sales, ni nada de lo que consumía durante mis entrenamiento para mejorar mi rendimiento deportivo.

A pesar de los contratiempos no desistí de competir y puse todo mi empeño para realizar lo mejor posible éste sueño que por momentos se convirtió en pesadilla. Y pese a que las condiciones fueron adversas logré realizar unos de mis mejores tiempos de carrera, aunque yo no terminé conforme pues estaba preparada para lograr una mejor performance. 

Pero todo deja una moraleja o una enseñanza: que uno propone y que Dios dispone;  que las cosas no siempre suceden como uno las desea o las programa; que no todo es perfecto; que hay que darle batalla a la adversidad; que bajar las expectativas no es rendirse;  que no logré mi objetivo pero sí cumplí la meta; y que si éste fue mi último Mundial, quedará para el recuerdo con grandes anécdotas.

Quiero agradecer a la Flia Coto por su gentil compañía y por ayudarnos en la traducción del idioma. Al Sr. Alejandro Coto quién me prestó su casco y tu tesoro más preciado: la bicicleta. A la chica de Azul que me prestó los zapatos para la bici (a estrenar). A Ale Aubone me prestó sus zapatillas, pero las sentí muy dura y preferí correr con mis zapas de calle. Al Sr. Walter Manrique, que me acompañó al viaje y cuidó de mi persona. A mi entrenador Pedro León, a mi médica y nutricionista Dra. Carla Varela; a mi kinesiólogo Tano Boccelli y su ayudante Luis Carrizo; al Sr. Lucas Méndez, a mi padre, hijos, hermana y a mis amig@s y compañer@s.

Acreditación

Con Ale Coto


















Medalla finisher