martes, 23 de abril de 2013

El Tontal: el balcón de San Juan


El Tontal es uno de los cerros de máxima elevación de la precordillera sanjuanina y es un balcón natural desde donde se aprecia el más imponente panorama de la larga cordillera nevada. Su cima está a poco más de 4.000 msnm; desde ahí se divisa el valle de Tulúm, con la ciudad de San Juan enmarcada por el cerro Pie de Palo; la cordillera de Olivares y los Siete Picos de Ansilta, hasta los majestuosos cerros Mercedario, Famatina y Aconcagua.
Y es éste cerro El Tontal el elegido para hacer el treking del fin de semana......

Partimos hacia El Palque con Luis, Faustino, Martín, Mauricio, Francisco, Nora y yo con una demora de más de tres horas debido a problemas mecánicos. Este inconveniente se volvió a  presentar al llegar al puente de Pachaco. 



Seguimos rumbo a destino pero con cambios de planes. En El Palque almorzamos unos deliciosos brochets con queso y dulce de postre. Como ya se estaba haciendo de noche continuamos en camioneta hasta donde el terreno lo permitió es decir, unos 500 mts antes del rancho de Mujica, donde decidimos acampar. En este trayecto, donde la huella estaba muy deteriorada tuvimos que bajarnos de la camioneta en varias ocasiones, una de ellas el vehículo quedó ladeado hacia la derecha y con la ayuda de todos pudimos enderezarla y seguir camino.





Acampamos e hicimos una fogata. Cenamos mientras apreciábamos el cielo maravilloso: azul, diáfano y lleno de estrellas titilando para nosotros. Se puso un poco fresco y nos fuimos a dormir, mientras Mauricio y Faustino lo hicieron al aire libre. Ellos contemplaron un destello de estrellas fugaces, lo que luego sería una lluvia de meteoritos.
Nos levantamos muy temprano: 5 hs y a las 6.50 emprendimos nuestra caminata aún de noche, por lo que tuvimos que llevar luz artificial para poder ver donde pisábamos.
A lo lejos se sentía el ladrar de los perros y a medida que nos internábamos en los cerros se sentían mas cerca. Es que estábamos próximos al rancho de Mujica, quién junto a sus guardianes salieron a nuestro encuentro. Le comunicamos nuestro destinos y él nos informó que otro grupo el día anterior había pasado para hacer lo mismo que nosotros.
De a poco comenzó a aclarar. De espaldas aún de noche y de frente los primeros rayos de sol alumbrando las cimas de los cerros circundantes.
La huella por donde caminábamos estaba bien marcada; la vegetación era abundante con arbustos pequeños debido a la altura y todo de color verde. Abunda la jarilla orientadora, cuyas ramas indican los puntos cardinales.  El aire impregnado de fragancias de ajenjo y tomillo.
Seguimos siempre por la derecha, bordeando un arroyo cuyo sonido nos acompaño hasta llegar a una vega. El lugar sorprendente: mulas pastando, cortaderas a lo largo del arroyo, pasto verde y cerros de tintes de varios colores. 



El ascenso continuó con otro tipo de terreno: mayor pendiente, menor vegetación. Acá el grupo de dividió en dos: Nora, Muricio y Martín; y Luis, Francisco y yo que encabezábamos la marcha. Mientras subíamos la pendiente pudimos divisar a la  otra delegación de montañistas que nos llevarían aproximadamente una hora y media de ventaja. Esta parte es un acarreo por lo que nos resultó muy duro su ascenso. Cada tanto debíamos pararnos para recuperarnos. Llegamos a un roquerío y seguimos a la izquierda. Este lugar también fue complicado: tuvimos que escalar y pasamos por sectores donde había hielo que sortear. Llegamos a una planicie y pudimos observar a lo lejos, allá, la última montaña con nieve en su cúspide: el grandioso Famatima. Hacia abajo nos encontramos con el Linde, las sierras del Pie de Palo y hasta el Cerro Tres Marías. A nuestras espaldas El Blanco de las Cuevas y el Santa Rosa.



A esta altura yo ya estaba algo cansada, sentí en mis piernas el esfuerzo que estaba realizando. Luis encabezó la columna, lo siguió Francisco y yo unos 150 mts más atrás. Aún no se podía divisar El Tontal y esto me perturbaba. Seguimos cuesta arriba hasta llegar a un portezuelo donde Luis y Francisco me esperaron. Descansamos unos minutos mientras nos alimentamos e hidratamos. Caminamos unos metros y waaaauuuuuuuuuu!!!! la cordillera de Ansilta y el Mercedario coparon nuestras miradas. Ahora sí...ahí ...sí ahí está El Tontal... Y pudimos ver a los montañistas en su cumbre. Nos quedaban unos metros, traducidos en varios minutos para llegar a nuestro destino. Esto me alentó y continuamos sin parar. Faltando pocos metros mi cuerpo sintió una gran emoción, me dieron ganas de llorar. Salieron algunas lágrimas pero se vió interrumpida por el encuentro y el saludo de feliz cumbre del otro grupo. Y que sorpresa los acompañaba un perro que también llegó a la cima. Eran 5, dos de ellos, Luis y Ricardo compañeros de otras salidas, que alegría verlos allá.


 Este grupo emprendió el regreso mientras Luis, Francisco y yo nos tomamos de la mano e hicimos cumbre juntos. Otra vista sorprendente: una mancha blanquecina sobre la planicie delata al enorme Barreal Blanco o Pampa del Leoncito, el valle de Calingasta, la Ramada y hasta el pico más alto de América: El Aconcagua. En otro sector la cordillera de Olivares y en su opuesto El Párquinson, el dique, La Sal y el Blanco de Zonda. También divisamos el cerro Pircas, la ruta en la Quebrada de Las Burras y un sin fin de montañas a nuestro alrededor de las mas variadas pinceladas. 
Unos 20 minutos mas tarde llegó Mauricio, luego Nora y sólo a unos 500 mts se quedó Martín, pero para nosotros los 6 hicimos cumbre.
No hicimos mas que agradecer a Dios y a la Pachamama en su día, el privigelio de haber llegado a la cima en una  jornada  maravillosa, donde pudimos apreciar una increíble vastedad y un majestuoso panorama . 

‎"La altura de una montaña no se mide por metros sino por la bienaventuranza que nos regala su cumbre." 


Equipo cumbre